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Como principio estratégico creemos que toda aquella actividad que no esté en el corazón del negocio de la empresa debe pasar por un proceso de externalización. En esencia todos los esfuerzos y recursos de la empresa deben centrarse en reforzar las ventajas competitivas de la empresa.

A menudo las resistencias a la externalización se producen por la confusión que existe entre la mejor práctica de la dirección de tecnología y la garantía de la continuidad del negocio. Es decir, la intervención directa de los técnicos del departamento de tecnología en los procesos de la empresa ofrece unos niveles altos de calidad pero ninguna garantía contractual (con penalizaciones por ejemplo) en cuanto a la ejecución.

La externalización conlleva las siguientes ventajas:

- Reducción de la complejidad (por ejemplo contractual, topológica, ...)
- Afloramiento de los gastos asociados al TI para su mayor control
- Evitamos la obsolencia tecnológica
- Transfer del riesgo tecnológico a terceros con exigencia de servicios

No obstante merece la pena recordar que la externalización tiene implicaciones importantes:

- Transformamos amortizaciones en cuotas mensuales de gasto,
- Perdemos control directo sobre las operaciones.

Una paradoja interesante es que la suma de las partes de la externalización puede ser inferior a su totalidad. Es decir, los servicios a externalizar pueden sumar un coste y una vez externalizados ser más onerosos. ¿Porque? Por el coste de oportunidad de la externalización (la gestión de la complejidad, difícíl de cifrar en la situación inicial).

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